domingo, 16 de octubre de 2022

Un frontón de soledad

 

 
 
Aquella época de mi vida —de mis 10 a mis 12 años, en Tucumán— fue también una de soledad.
 
Venía de Santa Fe, adonde habían quedado todos mis amiguitos.
 
Cursé 4to Grado en una escuela, y 5to en otra, así que no llegué a hacerme de nuevos amigos en Tucumán.
 
El frontón al que iba a practicar con mi raquetita era un lugar alejado, solitario —un poco el reflejo, supongo, de mi soledad interior, esa que me ha acompañado toda mi vida.
 
El frontón de Amambay, en el Parque Sarmiento, me reencontró con aquél frontón de mi niñez —y con aquella soledad.
 
  
Un frontón de soledad 
 
Tenis, raqueta y pelota,
y el frontón de mi niñez,
están conmigo, a mi lado,
están conmigo, otra vez.
 
Tenis, raqueta y pelota,
y un frontón de soledad,
me vuelven a aquellos tiempos,
me vuelven a aquella edad. 
 
Douglas Wright




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