Unas historietitas
impresionistas
(donde mi cuerpo y mi
alma se tocan)
Siempre
me gustaron los impresionistas, y, desde my early twenties, las historietas del
Corto Maltés —con sus playas y sus cielos, y su aire: ¡mucho aire!
Y
yo mismo, a lo largo de mis años de dibujante, he transitado, de algún modo,
ambos géneros.
Pero
ahora se dio una especie de síntesis, en mis dibujos, que parece combinar esos
gustos: son unas historietitas impresionistas, por llamarlas de algún modo.
Muy
lejos, ya, del estilo de Pissarro o del de Hugo Pratt, pero con un espíritu
que, a mis ojos —a mi mirada—, combina ambos.
Son
dibujos que, finalmente, termino usando como protectores de pantalla y, cada
tanto —inadvertidamente, cuando cierro la ventana del programa que me ocupa— me
veo inmerso en ellos, en su atmósfera, en su mundo.
Un
mundo un poco atemporal, como el de los paisajes de mis sueños —que los tengo,
y muchos, y que los registro mucho, también—, donde se combinan pasados,
presentes y futuros posibles.
No
es frecuente que yo vuelva a mirar los dibujos que hice —que quedan archivados
en carpetas de computadora y cajas de cartón—, pero el encuentro con estos
—cuando cierro la ventana de un programa o cuando paso cerca del monitor de la
computadora— me produce una cosquilla de alegría (a tickle of joy!) en algún
lugar, dentro de mí, donde mi cuerpo y mi alma se tocan.
Douglas
Wright