Aquello que el pensamiento no puede pensar.
(Aquello en lo que el pensamiento no puede penetrar. Aquello en lo que el pensamiento no tiene cabida.)
¿Y qué es eso?
¿Y cómo hacer para percibirlo, para verlo?
La cosa es simple (aunque no fácil para los que fuimos educados en el mundo de los pensamientos, de las palabras, de las ideas...); la cosa es simple, decíamos: dejar de pensar.
¿Y se puede hacer algo así?
Pensamos que sí...
(¡Ups!)
lunes, 22 de febrero de 2010
Desdichos
Los Desdichos son versiones desafortunadas de dichos populares. Dicho de otro modo: dichos desdichados.
Aunque, también -y cada vez con más frecuencia-, los Desdichos son dichos que desdicen a los dichos tradicionales, a los que cada vez damos menos por sentado.
"A las palabras no se las lleva el viento."
Ojalá se las llevara el viento (a algunas palabras, al menos -ésas que nos lastiman, ésas que nos causan dolor...); pero no, se quedan ahí para siempre (o casi), y andan siempre (o casi) dando vueltas en nuestra cabeza.
Dicen por ahí que “el olvido es tan importante como el recuerdo”; entonces proponemos un ejercicio: generar un viento interior que se lleve a esas palabras para siempre...
(Nótese que, como una reafirmación de este Desdicho, la firma del ilustrador: voló.)
Aunque, también -y cada vez con más frecuencia-, los Desdichos son dichos que desdicen a los dichos tradicionales, a los que cada vez damos menos por sentado.
"A las palabras no se las lleva el viento."
Ojalá se las llevara el viento (a algunas palabras, al menos -ésas que nos lastiman, ésas que nos causan dolor...); pero no, se quedan ahí para siempre (o casi), y andan siempre (o casi) dando vueltas en nuestra cabeza.
Dicen por ahí que “el olvido es tan importante como el recuerdo”; entonces proponemos un ejercicio: generar un viento interior que se lleve a esas palabras para siempre...
(Nótese que, como una reafirmación de este Desdicho, la firma del ilustrador: voló.)
sábado, 20 de febrero de 2010
Descompuestas
Palabras que no funcionan.
¿Cuales?
Todas (es decir: ninguna -y ya empezamos, parece).
La cosa es simple:
las Descompuestas
se dicen de un modo
y se escuchan de otro.
En supersíntesis: “el teléfono descompuesto” lo está siempre, porque lo que está descompuesto no es el teléfono en sí sino las palabras que se usan para hablar por él, ¿no?: esas queridas, preciadas y tan valoradas Descompuestas.
¿Está claro?
Esperamos que no, si no todo el sentido de esta palabra se habrá perdido -y serán las Descompuestas las que se habrán Descompuesto... (¡Uf!)
¿Cuales?
Todas (es decir: ninguna -y ya empezamos, parece).
La cosa es simple:
las Descompuestas
se dicen de un modo
y se escuchan de otro.
En supersíntesis: “el teléfono descompuesto” lo está siempre, porque lo que está descompuesto no es el teléfono en sí sino las palabras que se usan para hablar por él, ¿no?: esas queridas, preciadas y tan valoradas Descompuestas.
¿Está claro?
Esperamos que no, si no todo el sentido de esta palabra se habrá perdido -y serán las Descompuestas las que se habrán Descompuesto... (¡Uf!)
Palabra sería
Palabra que no se toma a sí misma en serio, la Palabra sería se burla de sí misma, en serio.
“El único modo en que podemos tomarnos en serio a las palabras es cuando no las tomamos en serio”, dicen los redactores de la Ciclopedia.
“Éstas son mis convicciones. Si no le gustan, tengo otras”, decía Groucho Marx.
Y, también: “Jamás sería socio de un club que me aceptara a mí como socio”...
Ahh... ¿Qué sería de la vida sin la Palabra sería?
“El único modo en que podemos tomarnos en serio a las palabras es cuando no las tomamos en serio”, dicen los redactores de la Ciclopedia.
“Éstas son mis convicciones. Si no le gustan, tengo otras”, decía Groucho Marx.
Y, también: “Jamás sería socio de un club que me aceptara a mí como socio”...
Ahh... ¿Qué sería de la vida sin la Palabra sería?
martes, 2 de febrero de 2010
Fortyficarse
Hacerse uno cuarenta veces más fuerte
(no por encerrarse en un fuerte sino, justamente,
por salir de él).
(Por relacionarse uno amorosamente con los demás
-que son también uno, diría alguno.)
El ilustrador se disculpa porque el personaje grande
no es cuarenta veces más grande que el personaje chico
sino sólo treintaysiete veces y media, y la diferencia
entre los trazos utilizados en uno y otro caso es sólo
de dos veces y media (el hecho de que la suma
de estas dos cifras -treintaysiete y medio y dos y medio-
dé como resultado cuarenta, es pura coincidencia).
(no por encerrarse en un fuerte sino, justamente,
por salir de él).
(Por relacionarse uno amorosamente con los demás
-que son también uno, diría alguno.)
El ilustrador se disculpa porque el personaje grande
no es cuarenta veces más grande que el personaje chico
sino sólo treintaysiete veces y media, y la diferencia
entre los trazos utilizados en uno y otro caso es sólo
de dos veces y media (el hecho de que la suma
de estas dos cifras -treintaysiete y medio y dos y medio-
dé como resultado cuarenta, es pura coincidencia).
Residencia Real
No, no se trata de la casa de los reyes sino del lugar
donde reside lo real, donde habita lo que es real;
en otras palabras: el reino de “lo que es”.
¿Y dónde queda éso?, preguntará alguno...
Tal vez en el silencio (decididamente, no en la palabra
-tan simbólica ella).
¿Y en la palabra “silencio”?, preguntará otro...
Hmmm, respondemos nosotros.
Y como nos gusta cada vez más hacerle la corte
a esta Residencia Real, la cortamos aquí,
y realmente nos callamos...
Noten cómo el ilustrador, en sintonía con el texto,
no utilizó palabras para graficar el silencio
(el clásico SHHH, por ejemplo.)
donde reside lo real, donde habita lo que es real;
en otras palabras: el reino de “lo que es”.
¿Y dónde queda éso?, preguntará alguno...
Tal vez en el silencio (decididamente, no en la palabra
-tan simbólica ella).
¿Y en la palabra “silencio”?, preguntará otro...
Hmmm, respondemos nosotros.
Y como nos gusta cada vez más hacerle la corte
a esta Residencia Real, la cortamos aquí,
y realmente nos callamos...
Noten cómo el ilustrador, en sintonía con el texto,
no utilizó palabras para graficar el silencio
(el clásico SHHH, por ejemplo.)
lunes, 1 de febrero de 2010
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