lunes, 29 de octubre de 2018
En sueños-11, En “este lado” y en “otro lado”
En sueños-11
En “este lado” y en
“otro lado”
Cuando sueño estoy en “otro lado”, esa es mi sensación, esa
es mi vivencia.
Digo en “otro
lado”, pero podría ser el “otro lado”
(también podrían ser “otros lados” —otros lados posibles…).
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Así es, más o menos, cómo veo la cosa:
Cuando estoy en el estado (de realidad, de conciencia) de
vigilia estoy de “este lado”, en
“este lado”, y cuando estoy soñando, cuando estoy en un sueño (en cada sueño)
estoy del “otro lado”, en “otro lado”.
No digo que la cosa es así sino que así es como la veo, así
es como la entiendo…
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¿Y qué es lo que entiendo por “este lado” y por “otro lado”?
Me gusta la imagen de las dos caras de la moneda, por
ejemplo.
Una moneda tiene dos caras.
Las dos caras son partes constitutivas (aspectos
constitutivos) de la moneda (que no puede tener una sola cara).
Cada cara sabe que
del otro lado está la otra pero no la puede ver.
Cada cara puede conocer la existencia de la otra tan sólo
desde su lado.
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También me gusta la imagen de una tela, con su cara y su
revés.
Otra vez, como en el caso de la moneda, los dos lados
constituyen, conforman, la tela, cada lado sabe que el otro lado está allí, a
su espalda, pero no lo puede ver.
Cada lado está en su lado, no puede estar en el
otro. Y cada lado puede conocer la existencia del otro, pero sólo desde el
suyo, desde su lado. (¡Uf!)
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La imagen de los dos perfiles y la copa (mal dibujados,
aquí) es otra que me gusta para entender esta cuestión de los “lados”.
Cuando miro esta imagen, sólo puedo ver una de dos cosas: la
copa o los perfiles. No puedo ver la copa y los perfiles al mismo tiempo.
(Cuando veo la copa, aunque yo sé que los perfiles están ahí, no los puedo ver
—en el momento en que los veo, dejo de ver la copa— y lo mismo ocurre a la
inversa.)
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Y otra que me gusta es la del cubo que se puede ver desde
abajo o desde arriba, pero no de las dos formas a la vez.
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Así es, un poco, como yo veo (como yo entiendo) la cuestión
de mi estar en “este lado” (en mi vigilia) o en “otro lado” (en mis sueños):
Sólo puedo estar en un lado a la vez.
Cada uno sabe de la existencia del otro, pero desde su lado.
Y cada lado puede ver su lado, pero no el otro.
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Pero, ahora, en este proceso de “recordar” mis sueños
(iniciado en 2011, como contaba antes), pareciera haber un estado intermedio,
una situación intermedia en la que estoy con “un pie en cada lado”.
Estoy, un poco, del “otro lado”, y estoy, un poco, de “este
lado”.
Y, entonces, las imágenes de mis sueños (con distinta
intensidad y con distinta claridad o nitidez en cada sueño) persisten,
permanecen en “este lado” al despertar, al ir despertando.
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Cuando “vuelvo” de un sueño y tomo notas (textos y dibujos),
lo hago desde “este lado” (no puedo escribir del “otro lado” y traer las notas
a este).
Así es que todos los registros de mis sueños están hechos
estando yo despierto. (Todo lo que escribo acerca del “otro lado” está escrito
y dibujado desde “este lado”…)
El relato, el registro, de mi sueño no es mi sueño, es sólo
un registro posible (el registro de un estado de realidad hecho en otro), nada
más (aunque para mí —como “soñador”—, ¡nada menos!).
Douglas Wright
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En sueños
viernes, 26 de octubre de 2018
14. Phil Martin - La substancia de la que están hechos los sueños
14. Phil Martin - La substancia de la que están hechos los sueños
“Soon my eyes will close,
soon I’ll find repose,
and in dreams
you’re always near to me…”
soon I’ll find repose,
and in dreams
you’re always near to me…”
(“I’ll See You in My Dreams”, de Isham Jones y Gus Kahn)
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“I’ll see you in my dreams”
“The Sleeping Society” y “The American Society for (the Welfare of) Dreams”, ambas con sede en L.A. (Las Anguilas, California), contrataron —conjuntamente— a Phil Martin para uno de los casos más extraños de su carrera de Detective Privado: la búsqueda del “Pájaro de los Sueños” (como lo llamaban ellos —los “sueñólogos” de ambos institutos). ¿Cómo habría de realizarse esta búsqueda?: ¡en sueños, claro está!
“I’m only sleeping”
A la desconfianza inicial de Phil le siguieron tres desconfianzas más (el número 4 era un número clave para él) y, entonces —aún desconfiando— decidió tomar el caso.
Si no tenía éxito, pensó, al menos recuperaría algunas de las horas de sueño que había perdido trasnochando en los boliches de L.A. (en especial “La jaula de los leones”, donde tocaba su combo favorito).
Y así fue como, “de la noche a la mañana” —por usar una expresión acorde con la situación—, Phil Martin se largó a soñar.
“Dream a little dream of me”
Al principio Phil no soñaba nada (o, al menos, si lo hacía, no lo recordaba). Así transcurrieron un par de semanas hasta que, justo cuando estaba a punto de desistir y dar el caso por perdido (sin cobrarles a las asociaciones que lo habían contratado más que los gastos específicos —principalmente la cuenta de la lavandería que se encargaba de sus sábanas, fundas de almohada y pijamas), se encontró, una mañana, recordando el sueño de la noche anterior.
“Sweet dreams that leave your worries behind you”
El sueño era uno en el que una bandada de pajaritas (que en realidad eran las bailarinas del “Sugar Cane Club”) revoloteaban frente a su ventana invitándolo a salir a volar con ellas.
Las noches subsiguiente —y de ahí en más— Phil continuó soñando (es decir, recordando sus sueños) y tomando nota de ellos en su cuaderno de casos (se le dio por anotarlos en la “Z” —por aquello de “ZZZZ”).
Soñó que una nube gigantesca, con forma de pájaro, cruzaba por delante de una luna llena. Soñó que él mismo volaba por un cielo rojizo, batiendo sus brazos como si fueran alas, “cabalgando” hacia el ataderdecer como una especie de cowboy-solitario-volador. Soñó que su gabardina (sola, por su propia cuenta) agitaba sus solapas, bajo un cielo lluvioso, con pesados y sonoros “flop, flop”.
“Todo muy interesante”, pensó Phil (y novedoso, también), pero nada de esto parecía acercarlo al pájaro que buscaba. (“Parece”, volvió a pensar Phil, “que los sueños hacen lo que ellos quieren y no lo que quiere uno”.)
“Blackbird singing in the dead of night”
La cosa siguió un tiempo así —los sueños soñando lo que a ellos se les daba la gana— hasta que una noche, en la que se había quedado hasta tarde viendo “policiales negros” de los años ’40, se le apareció —en sueños, claro— Humphrey Bogart (el Sam Spade de Humphrey Bogart, para ser más precisos). Sostenía en las manos la estatuilla del Halcón Maltés mientras decía con una voz nasal (una voz en blanco y negro): “the stuff dreams are made of” (“la substancia de la que están hechos los sueños”). Y, a medida que la voz se iba perdiendo como en un eco, el halcón se iba desvaneciendo en la penumbra de su sueño.
“Bye Bye blackbird”
Por la mañana, después de desayunar con abundante café negro (y de fumar su Dromedar reglamentario), Phil vació la bolsa de papel marrón de las compras de almacén de la tarde anterior, la infló al máximo y —aguantando la tentación de hacerla estallar en el camino— la llevó a la reunión que tenía, a las 11, con los miembros de las “Sociedades del Sueño”.
En su informe final, que entregó junto con su factura, anotó lo siguiente:
“En esta bolsa duerme el “Pájaro de los Sueños”, que les hago entrega al final —y como resultado— de mi investigación. Una advertencia, sin embargo: ¡si abren la bolsa, el pájaro se desvanecerá!”
Epílogo
“Golden slumbers”
“Golden slumbers”
Esa noche Phil la pasó en compañía de las chicas (las pajaritas multicolores) del “Sugar Cane Club” —pensaba si ellas habrían soñado, también, con él.
Douglas Wright
Phil Martin trabajando en el caso.
Las bailarinas del “Sugar Cane”
agitan sus alas frente a la ventana de Phil
—que sueña con pajaritas multicolores.
Las solapas de la gabardina de Phil
se agitan, pesada y sonoramente,
bajo la lluvia.
La gabardina, toda, parece un espantapájaros
volador intentando —como un policía de
tránsito surrealista— dirigir el tráfico pesado
de las nubes.
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En sueños,
Phil Martin - Historias
domingo, 21 de octubre de 2018
Un paisaje de ensueño
Un paisaje de ensueño
Esta poesía
está basada en un sueño
(¿acaso no
lo están todas?).
Un paisaje
luminoso,
en color
verde y coral,
era el
paisaje de un sueño,
yo no
quería despertar.
Unas
colinas de jade,
un río rojo
en el medio,
era un
paisaje lunar
el paisaje
de mi sueño.
Todo se
veía brillante,
todo
parecía laqueado,
todo se
veía como
si
estuviera barnizado.
Yo no tenía
mi cámara,
no pude
fotografiar
este
paisaje de ensueño,
y así, otra
vez en un sueño,
soñando que
miro fotos,
poder las
fotos mirar.
Soy un cazador de sueños
Soy un cazador de
sueños
Soy
un cazador de sueños,
soy
un cazador de ideas;
soy
un cazador sin balas
de
todas las cosas lindas,
de
todas las cosas buenas.
Soy
un cazador de sueños
que
mira todo asombrado;
soy,
no sé cómo decirlo:
¡soy
un cazador cazado!
viernes, 19 de octubre de 2018
Phil Martin - Una sombra misteriosa
Phil Martin - Una sombra misteriosa
Por aquí anda Phil Martin
—entre una y otra sombra—,
un Phil Martin “irreal”,
uno que el nombre no nombra.
Es un detective oscuro
—de ese “negro policial”—,
uno que anda entre las
sombras
—esas del “bien” y del “mal”.
Por aquí anda Phil Martin
con su sombra transversal,
asimétrico, atípico,
un detective “anormal”.
Anda en medio de las sombras
como una sombra más;
sombras arriba y abajo,
por delante y por detrás.
Por aquí anda Phil Martin:
una sombra misteriosa
que atraviesa —en diagonal—
las sombras de los misterios,
las sombras de las personas
y las sombras de las cosas.
Douglas Wright
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Phil Martin - Historias,
Poesías
martes, 16 de octubre de 2018
En sueños-10, El sueño de la caminata al atardecer
En sueños-10
El sueño de la
caminata al atardecer
Sábado 4 de marzo de 2017.
Un fitito (1) me deja en (2). La persona que lo conduce
(algún amigo mío) tiene algo que hacer por su cuenta y, mientras tanto, yo voy
a dar una vuelta por ahí, a pie.
Está atardeciendo y en esas calles (rutas-avenidas) los
autos tienen las luces encendidas (la escena se parece un poco a una foto que
suelo usar como protector de pantalla).
Veo a una chica que salía conmigo parada en una especie de
islita en medio de las avenidas. Ahora tiene el pelo corto, a lo garçon (negro,
engominado), y tiene puesta una gabardina (como las que usaba Humphrey Bogart) de
un color café con leche tostado.
Tengo cierta curiosidad por saber lo que está haciendo ahí,
pero pienso que “it’s none of my business”, y decido seguir mi camino.
Doy una vuelta y voy a parar a (4), una especie de centrito
muy iluminado, como una gran plaza, tal vez (una isla-plaza, quizá) en la que
hay mucho movimiento de gente, y de autos y colectivos (un poco como la
plazoleta del obelisco).
Sigo caminando hacia (5) por un camino más tranquilo, menos
transitado, y más oscuro. Es como un camino en la sierra, bordeando una sierra.
(Todo el paisaje, toda la escena está ubicada en un terreno
así, como de lomas o sierras, montañoso.) (La chica en (3) está parada,
también, en una especie de promontorio.)
En (6) me cruzo con unas maestras de jardín (con esos
guardapolvitos característicos) que están llevando (o mudando) unas vallas o
barreras de plástico (pequeñas, como a escala de los chicos de preescolar). Son
amarillas y azules, como los guardapolvos de las maestras, y tienen unas
rayitas de rocío encima, en la parte de arriba.
Una de las maestras me mira, me sonríe, y me dice “son para
unos seres llamados chicos”. “Sí, oí que existen seres así”, respondo en broma
y sigo mi camino (y ellas el suyo).
Voy rumbo a (8), donde me vuelvo a encontrar con mi amigo y
su autito (fitito) amarillo (para andar por las “autopistas de la cultura”,
pienso, recordando un sueño anterior en el que aparece este personaje).
Volviendo a casa, ya de día, me topo en (9) con una vecina
del barrio que está abriendo su auto y me saluda con un “buen día” (sacudiendo
las llaves en su mano).
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En sueños
En sueños-09
En sueños-09
La gente toma fotografías de aquellos lugares en los que
pasa sus vacaciones (paisajes de montaña o de mar, por ejemplo), o de aquellos
eventos que les resultan significativos (cumpleaños, bodas…).
Así, yo tomo “fotografías” de los lugares en los que estuve
en mis sueños (“fotografías” que son textos y dibujos —el relato de mis sueños).
La sensación es: ¡“yo estuve ahí”, “esto me pasó”!…
Douglas Wright
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En sueños
Ese tren en el que viajo
Ese tren en el que viajo
Se me ocurre fantasear
que eso de viajar en tren
es como andar por la vida
mirándolo todo desde
el lugar del maquinista.
Lo que se mueve, parece,
no es el tren sino el paisaje
—que se viene encima de uno
como cuadros sucesivos
de un maravilloso artista.
Se me ocurre fantasear
que uno está quieto en su
asiento
—como en un tiempo sin
tiempo—
mientras la vida se mueve
con pasos de equilibrista.
A la derecha, montañas,
a la izquierda, un largo río,
y hacia adelante, un gran
valle
que pone de fiesta el alma,
que maravilla la vista.
Se me ocurre fantasear
que ese tren en el que viajo
—que sube hasta lo más alto
y baja hasta lo más bajo—
sea el tren de lo real,
sea el tren de lo que hay,
sea el tren de lo que exista.
Douglas Wright
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Poesías
Mis ojos suelen ver cosas…
Mis ojos suelen ver cosas…
Mis ojos suelen ver cosas
que antes no estaban ahí
—¿por qué ocurre?, no lo sé,
yo sólo sé que es así.
Mis ojos ven lo que quieren
—ellos no piden permiso—,
a ellos no les importa
si algo es tejado o es árbol,
si algo es cielo o algo es
piso.
Mis ojos suelen ver cosas
—las “ven”, no las
“imaginan”—;
por un momento, un instante,
lo que está arriba está
abajo,
lo de atrás está adelante
—los edificios del fondo
de la calle de mi casa
se hacen nubes, nubes
blancas,
que hacia el horizonte
enfilan.
Douglas Wright
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domingo, 14 de octubre de 2018
En sueños-07
En sueños-07
¿Qué pasaría si, en medio de un día “normal”, uno se
encontrara, de repente, en otro lugar —en una calle de París o de Nueva York,
por ejemplo? (Sin necesidad de que —en ese lugar y en ese momento— ocurriera
nada “especial”.)
Algo así —más o menos— es lo que me ocurre, casi a diario
(noche tras noche), cuando sueño (cuando estoy en ese lugar: el “país” de los
sueños, el “mundo” de los sueños, el ”estado de realidad” o de “conciencia” que
el soñar es).
El solo hecho de estar en ese “otro lugar” se ha convertido,
para mí, en una experiencia especial, fuera de lo común, fuera de lo habitual
(algo así como que vivo habitualmente en un lado y me encuentro, por momentos,
en otro).
Esta sección, “En
sueños”, de este blog, “Otros
Douglas”, alberga algunos de mis sueños, algunas reflexiones acerca de
ellos y del soñar, y algunos productos relacionados con ellos (escritos y
dibujos).
Douglas Wright
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En sueños
viernes, 12 de octubre de 2018
Caminar despreocupado
Caminar despreocupado
Caminar despreocupado
y, así, dejar que la vida
me “asalte” por donde quiera
—por arriba y por abajo,
por un lado y otro lado.
(Adonde vaya, yo voy,
adonde llegue, yo llego
—con el pastito a mis pies,
con el cielo por sombrero.)
Caminar y caminar
—caminar despreocupado—
con la vida por arriba,
con la vida por abajo
y por todos los costados;
por la vida, en la vida,
¡caminar y caminar!
Douglas Wright
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Poesías
Somos como pececitos
Somos como pececitos
Somos como pececitos
que nadamos en el mar
sin saber lo que es el agua,
sin saber lo que es la sal.
Somos como pececitos
nadando en este gran mar
sin saber lo que es el
tiempo,
sin saber lo que es la vida,
sin saber lo que es “nadar”.
El Viejo Now
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El Viejo Now,
Poesías
jueves, 11 de octubre de 2018
En esta noche de luna, versión “pro”
Esta
vez, mi versión “casera”
de
“En esta noche de luna”
se
hizo “pro” con los arreglos
y
la guitarra de Carlos Porta.
Arreglos
y guitarra: Carlos Porta
Voces:
Douglas Wright
“El
sueño de los que duermen
profundamente
en sus camas
sale
a rondar por el barrio…”
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Canción:
En esta noche de luna-versión “pro”
lunes, 8 de octubre de 2018
En esta noche de luna, con combo
Canción
basada en la poesía
“Los
colores de la noche”.
Esta
vez, mi versión “casera” voló
hasta
“La jaula de los leones”
donde
Carlos Porta le puso
bajo,
batería y teclados.
Letra
y música, guitarras
y
voces: Douglas Wright
Arreglos:
Carlos Porta
“El
sueño de los que duermen
profundamente
en sus camas
sale
a rondar por el barrio…”
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Canción:
En esta noche de luna-combo
domingo, 7 de octubre de 2018
En sueños-06, El sueño de la locomotora en el fondo de mi casa
En sueños-06
El sueño de la
locomotora en el fondo de mi casa
Domingo 8 de enero de 2017.
En el fondo de mi casa hay una locomotora. Vieja, de “fierro”,
como las de antes (como las de las películas del Far West —o las del México de
Pancho Villa).
Está estacionada (arrumbada) en un patio (o yard) con piso
de tierra que se encuentra detrás de un galpón (que es mi casa).
1. Galpón (mi casa)
2. Locomotora negra
3. Pieza lateral
4. Chapas de cartón
Hay, tiradas en el piso (en 4), unas chapas de cartón de un
color blanco amarillento.
Y una pieza de “fierro” negro —como una especie de
guardabarro lateral de la locomotora— está tirada-caída al lado de las ruedas
delanteras (en 3).
La locomotora es más alta que la del dibujo y llega hasta la
parte de arriba del techo del galpón.
Alguien la hace andar a través de mi galpón-casa —rompiendo
la pared y arrancando parte del techo— para sacarla —a través de mi galpón-casa—
hacia la parte de adelante.
Yo grito “¡eh, me están rompiendo la casa!” —o algo así— pero
nadie me da bola, no me hacen caso.
Parece que la cosa no pasa de ahí, de una pared rota y un
pedazo de techo arrancado…
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En sueños
viernes, 5 de octubre de 2018
En sueños-05, El sueño en el que vuelo sobre el mar
En sueños-05
El sueño en el que
vuelo sobre el mar
Jueves 26 de enero de 2017.
Vienen, en avión, a visitarme unas tres o cuatro personas
jóvenes —en sus “thirties”— (chicas, chicos, ¿parientes?, ¿familiares?,
¿amigos?... ¿quién sabe?).
¡Y yo salgo a recibirlos, a saludarlos, a darles la
bienvenida! ¿Cómo? ¡VOLANDO!!!
Me lanzo a volar sobre el mar hacia donde está el avión.
Detrás del avión (en 1) se ve una especie de horizonte, o un
fondo. No sé si son las nubes del atardecer o la vegetación de unas islas.
El mar es de color marrón (como el color del Río de la Plata).
¡Pero es el mar! Y cuando me lanzo, me doy cuenta de que estoy a gran altura, y
de que me interné bastante mar adentro (más de lo que pensaba). Pienso que
tengo que pegar la vuelta.
Es impresionante volar a esa altura, pero no tengo ni miedo
ni vértigo (sólo siento que se me fue un poco la mano…).
Doy vuelta para volver y paso cerca del avión, a más altura
que él.
Veo los pies de los pasajeros —son pies de mujer, algunos
con sandalias— pero no veo quiénes son.
Después, hago una pirueta volando por arriba del avión, me
acerco, y amago a que me voy a subir al avión en movimiento, en pleno vuelo.
Hago como que me voy a lanzar encima del avión y abordarlo
como si fuera un barco. (Creo que hasta le veo una cubierta con un bote
salvavidas…)
Los pasajeros (las pasajeras) lanzan un “¡uuuhh!” de asombro
—o tal vez de miedo. Pero lo mío es sólo un amague, un juego, una broma.
¡Y todo esto ocurre mientras yo estoy VOLANDO!
Después, me alejo, pego una vuelta, y me voy en dirección a
la costa (que es hacia donde se dirige el avión). Lo veo con el sol de la tarde
dándole de lleno, amarilleándolo, dorándolo.
Me veo “aterrizando”, llegando a un restaurante o bar
situado en la costa, sobre un acantilado, con unas terrazas llenas de mesitas y
de gente asombrada al verme llegar volando.
El avión se va por otro lado —al fondo, atrás— hacia un
aeropuerto o una pista de aterrizaje.
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Nunca, en mi vida, volé. Jamás viajé en avión. Y “las
alturas” (ascensores, balcones —o cualquier cosa que estuviera a dos metros del
suelo) me producían vértigo.
Es más, a veces sentía vértigo mirando —“hacia arriba”— un
edificio alto, o un cielo lleno de nubes.
Así que la sensación (tan vívida) de estar volando (por mis “propios
medios”) sin sentir miedo ni vértigo sí que fue “joyfull”, gozosa, una vivencia
muy especial.
Cuando uno está en la cima de una montaña muy alta, mira
hacia abajo el camino ondulante que lo condujo hasta allí, y le toma una foto,
la foto nunca llega a dar la sensación de distancia y de altura (y de
magnificencia) de la experiencia real.
Y cuando uno, parado a la orilla del mar, le toma una foto,
ésta tampoco transmite la sensación de grandeza (de profundidad, de espacio)
que uno tiene frente al verdadero mar.
Lo mismo (o algo parecido) sucede en este caso: mi relato no
transmite la sensación, la vivencia, de estar —realmente— (en esta “otra
realidad”, al menos) volando, a gran altura, sobre el mar.
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