viernes, 26 de octubre de 2018

14. Phil Martin - La substancia de la que están hechos los sueños




14. Phil Martin - La substancia de la que están hechos los sueños


“Soon my eyes will close,
soon I’ll find repose,
and in dreams
you’re always near to me…” 

(“I’ll See You in My Dreams”, de Isham Jones y Gus Kahn)

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 “I’ll see you in my dreams” 

“The Sleeping Society” y “The American Society for (the Welfare of) Dreams”, ambas con sede en L.A. (Las Anguilas, California), contrataron —conjuntamente— a Phil Martin para uno de los casos más extraños de su carrera de Detective Privado: la búsqueda del “Pájaro de los Sueños” (como lo llamaban ellos —los “sueñólogos” de ambos institutos). ¿Cómo habría de realizarse esta búsqueda?: ¡en sueños, claro está! 


“I’m only sleeping” 

A la desconfianza inicial de Phil le siguieron tres desconfianzas más (el número 4 era un número clave para él) y, entonces —aún desconfiando— decidió tomar el caso.

Si no tenía éxito, pensó, al menos recuperaría algunas de las horas de sueño que había perdido trasnochando en los boliches de L.A. (en especial “La jaula de los leones”, donde tocaba su combo favorito).

Y así fue como, “de la noche a la mañana” —por usar una expresión acorde con la situación—, Phil Martin se largó a soñar. 


“Dream a little dream of me” 

Al principio Phil no soñaba nada (o, al menos, si lo hacía, no lo recordaba). Así transcurrieron un par de semanas hasta que, justo cuando estaba a punto de desistir y dar el caso por perdido (sin cobrarles a las asociaciones que lo habían contratado más que los gastos específicos —principalmente la cuenta de la lavandería que se encargaba de sus sábanas, fundas de almohada y pijamas), se encontró, una mañana, recordando el sueño de la noche anterior. 


“Sweet dreams that leave your worries behind you” 

El sueño era uno en el que una bandada de pajaritas (que en realidad eran las bailarinas del “Sugar Cane Club”) revoloteaban frente a su ventana invitándolo a salir a volar con ellas.

Las noches subsiguiente —y de ahí en más— Phil continuó soñando (es decir, recordando sus sueños) y tomando nota de ellos en su cuaderno de casos (se le dio por anotarlos en la “Z” —por aquello de “ZZZZ”).

Soñó que una nube gigantesca, con forma de pájaro, cruzaba por delante de una luna llena. Soñó que él mismo volaba por un cielo rojizo, batiendo sus brazos como si fueran alas, “cabalgando” hacia el ataderdecer como una especie de cowboy-solitario-volador.  Soñó que su gabardina (sola, por su propia cuenta) agitaba sus solapas, bajo un cielo lluvioso, con pesados y sonoros “flop, flop”.

“Todo muy interesante”, pensó Phil (y novedoso, también), pero nada de esto parecía acercarlo al pájaro que buscaba. (“Parece”, volvió a pensar Phil, “que los sueños hacen lo que ellos quieren y no lo que quiere uno”.) 


“Blackbird singing in the dead of night” 

La cosa siguió un tiempo así —los sueños soñando lo que a ellos se les daba la gana— hasta que una noche, en la que se había quedado hasta tarde viendo “policiales negros” de los años ’40, se le apareció —en sueños, claro— Humphrey Bogart (el Sam Spade de Humphrey Bogart, para ser más precisos). Sostenía en las manos la estatuilla del Halcón Maltés mientras decía con una voz nasal (una voz en blanco y negro): “the stuff dreams are made of” (“la substancia de la que están hechos los sueños”). Y, a medida que la voz se iba perdiendo como en un eco, el halcón se iba desvaneciendo en la penumbra de su sueño. 


“Bye Bye blackbird”

Phil había oído decir que, en sueños, uno podía llegar hasta la luna, pero no podía traer de vuelta trozos de roca lunar. Le gustaba esa idea y decidió aplicarla, a su manera, al asunto del pájaro.

Por la mañana, después de desayunar con abundante café negro (y de fumar su Dromedar reglamentario), Phil vació la bolsa de papel marrón de las compras de almacén de la tarde anterior, la infló al máximo y —aguantando la tentación de hacerla estallar en el camino— la llevó a la reunión que tenía, a las 11, con los miembros de las “Sociedades del Sueño”.

En su informe final, que entregó junto con su factura, anotó lo siguiente:

“En esta bolsa duerme el “Pájaro de los Sueños”, que les hago entrega al final —y como resultado— de mi investigación. Una advertencia, sin embargo: ¡si abren la bolsa, el pájaro se desvanecerá!”


Epílogo
“Golden slumbers” 

Esa noche Phil la pasó en compañía de las chicas (las pajaritas multicolores) del “Sugar Cane Club” —pensaba si ellas habrían soñado, también, con él.


Douglas Wright



Phil Martin trabajando en el caso.



Las bailarinas del “Sugar Cane”
agitan sus alas frente a la ventana de Phil
—que sueña con pajaritas multicolores.



Las solapas de la gabardina de Phil
se agitan, pesada y sonoramente,
bajo la lluvia.

La gabardina, toda, parece un espantapájaros
volador intentando —como un policía de
tránsito surrealista— dirigir el tráfico pesado
de las nubes.



El Halcón Maltés en pleno proceso
de desvanecerse.



Phil Martin les entrega a las “Sociedades
de los Sueños” una bolsa llena de ellos.



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