Dibujos de los paisajes nevados
Aquí, una serie de
dibujos de paisajes nevados basados, otra vez (como en el caso de “Los
remolinos del agua”) en las pinturas de Frits Thaulow.
Como si abriera la
ventana a un mundo nevado en el que nunca viví (salvo en mi imaginación).
Fascinado por
dibujar lo menos posible (por explicitar lo menos posible) y por dejar casi
todo sugerido, subyacente, latente (librado a la imaginación —a la mirada
imaginativa— del espectador).
Funciona para mí
(¿por haber visto las pinturas originales de Thaulow —esas ventanas?, ¿por ser
un observador involucrado?): puedo ver en esas líneas y manchas bidimensionales
(trazadas en las dos dimensiones de la hoja de papel) crecer una tercera
dimensión espacial, de profundidad.
Me gusta ese punto
límite en el que conviven “lo representado” y “lo representante” (en el que uno
puede “ver”, al mismo tiempo, unos árboles y unas líneas quebradas, unos rulos
gruesos y un río escarchado, una mancha y una casa, la ausencia de una mancha y
un tejado nevado).
La línea o la mancha
(que representa un objeto —apenas sugerido), y la vibración de esa línea o esa
mancha (en la que está presente la emoción del observador, del representador).
Me gusta pensar que,
además de las dos dimensiones del dibujo en el papel, que sugieren una tercera
dimensión de profundidad, se agrega, se suma, una cuarta dimensión (de
emocionalidad, tal vez): la alegría de estar ahí, de transitar esos paisajes,
de vivirlos, de vivenciarlos.
(Pero, claro, yo soy
parte interesada, yo soy un observador involucrado.)
Termino esta nota
con las palabras con las que pensaba comenzarla:
Querido Theo…
Douglas Wright