Mi birome me persigue
—aunque ya no tan “rayada”—
tratando de descifrar
los volúmenes, las formas,
los “qué sé yo” de mi cara.
—aunque mucho menos “loca”—
recorriéndome las cejas,
recorriéndome los ojos,
recorriéndome la boca.
—creo, con cierta insistencia—
intentando retener,
intentando reflejar,
intentándome mostrar
esas carnes y esos huesos,
esos pelos y esas barbas,
en los que anda mi vivir,
en los que anda mi existencia.
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