jueves, 22 de febrero de 2024

Zambita de la ciudad - Intro


Como dije antes, alguna vez, no soy un músico (salvo que llevo la música en el alma, en los oídos y, a veces, en la guitarra y la voz).
 
Jamás toco en público (no, al menos, desde que integraba unas banditas de garage a fines de los años '60 y comienzos de los '70), a lo sumo, frente a otra persona —un amigo o una amiga—, "one-on-one", como dicen en inglés cuando una entrevista es personal, íntima.
 
Entonces, no toco y canto salvo cuando (de vez en cuando) se me da por hacerlo.
 
A veces pasan meses sin que esto ocurra.
 
Lo bueno es que, cuando ocurre, es (casi) como la primera vez.
 
Una fiesta, una alegría, un reencuentro (un renacer, a veces, pienso).
 
La música renace en mí.
Yo renazco en la música.
 
(“Todo es vibración”, dicen, así que algo de eso debe haber...)
 
Entonces, cada vez que quiero grabar una canción (como las que andan en mis blogs y en mi canal de YouTube), la tengo que aprender de nuevo.
 
Y esto no solo ocurre con las canciones de otros (las de los Beatles, por ejemplo) sino con las mías propias (especialmente con las mías, diría).
 
Es lo que está ocurriendo con estos videítos caseros (grabados con el celular).
 
Busco la canción en cuestión (esa que empieza a sonar en mi "cabecita" y en mis oídos), que guardo en carpetas-biblioratos. 
(A veces tardo un rato en encontrar la que busco, tantas hay ya).
 
Repaso la letra y, sobre todo, reaprendo los acordes de guitarra.
 
Muchas veces vuelven solas, fácilmente, fluídamente (como cuando uno aprende, de chico, a andar en bicicleta, como dicen).
 
Y siempre, el reencuentro es una fiesta.
 
Una que ahora puedo compartir de esta manera, "one-on-one", con cuantos quieran.
 
¡Bienvenidos!



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Zambita de la ciudad
 
Letra y música: Douglas Wright 
 
Zambita de la ciudad,
la que le canta a mis penas,
ahuyenta las penas malas
y me acaricia las buenas.
 
Zambita de la ciudad,
la que canta mi alegría,
en el balcón de mi alma
suena de noche y de día. 
 
Zambita de la ciudad,
mi zambita ciudadana,
no le canta a la montaña,
ni a la quebrada, ni al valle,
sino al cielo de mi calle,
sino al sol de la mañana. 
 
Zambita de la ciudad,
zambita humilde, modesta,
cada vez que yo la canto
me pone el alma de fiesta.
 
Zambita de la ciudad,
de mi cortada Amambay,
zambita de lo que tengo,
zambita de lo que hay. 
 
Zambita de la ciudad,
que suena donde me halle,
no le canta a la montaña,
ni al valle, ni a la quebrada,
sino al sol de la mañana,
sino al cielo de mi calle.
 
 

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