Dicen que todo vibra
al alma de las cosas
—al alma de los fresnos
y el álamo gigante,
al alma del balcón
y el ventanal radiante.
que tiene vibración,
y hasta la piedra dura
—el más duro adoquín—
tiene su corazón.
me gusta creer que sí,
y entonces me acompañan
vibrando suavemente
—latiendo suavemente—
con su suave vivir.
que tiene vibración,
entonces cada cosa
va vibrando a su ritmo,
al ritmo de su almita,
cantando su canción.
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