viernes, 20 de julio de 2018

Los colores de la noche


Los colores de la noche


Los pajaritos dormidos
parecen piar, en sueños,
entre las ramas oscuras
de los álamos y cedros.



Los tejados azulados
de las casas suburbanas
sueñan con esos celestes
del cielo de la mañana.



Las arboledas del fondo
le hacen cosquillas al cielo
con sus ramas que parecen
como manos, como dedos.



La luna, casi, se escapa
del gran paisaje nocturno
mientras el cielo la mira
pensativo, taciturno.



Los colores de la noche
son colores misteriosos,
llenos de azules, violetas
y de marrones terrosos.



Las ventanas apagadas
reflejan, en sus cristales,
el brillo de las estrellas,
como si fueran vitrales.



El pasto de la vereda
resplandece en suaves brillos
con un tintinear que suena
como el canto de los grillos.



Nubes de formas extrañas
y colores surrealistas
juegan a que son pintadas
por noctámbulos artistas.



El empedrado arrugado,
de grisáceos adoquines,
sueña con pastitos verdes
y con oscuros verdines.



Los muros de calicanto
parecen fosforescentes
bajo una luna opalina,
una luna refulgente.



El sueño de los que duermen,
profundamente, en sus camas,
sale a rondar por el barrio
en esta noche de luna,
en esta noche estrellada.



Douglas Wright

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Bonus

Tres pinos cantan, al fondo,
la canción de unos alpinos
que no fueron a la guerra
y ahora festejan con vino.



El mundo no está dormido
sino despierto a otra vida,
“el sueño de nuestros sueños”,
eso es, tal vez, la vigilia.



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