¡Hay tantos mundos posibles!
Hay tantos mundos
posibles
a los que debo
atender
que me queda poco
tiempo
—me queda muy
poco tiempo—
para el mundo
cotidiano,
para el diario
menester.
Esas ondas en el
aire
que tengo que
descifrar
—vibraciones
invisibles
que andan en mi vida
diaria
dele rondar y
rondar.
"Yo amo los
mundos sutiles"
—decía Antonio
Machado—,
"ingrávidos y
gentiles
como pompas de
jabón",
y en esto yo estoy
con él,
me siento muy a su
lado.
Estoy atento a esos
mundos
—a esas otras
vibraciones—,
que no sé bien lo
que son:
tal vez, mundos
paralelos,
tal vez, planos
diferentes
de una
multi-realidad,
tal vez, otras
dimensiones.
El viejo Now
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Bonus
Como un receptor de radio
Hay muchos mundos
posibles, hay muchos mundos probables... le escuché decir a los
"cuánticos".
Hay muchos mundos
"reales", siento ahora. (Y uso la palabra "siento" —y no
"pienso" o "creo"— muy a propósito.)
¿Cómo?
¿Superpuestos? ¿No se chocan?
Son como las
sintonías de un receptor de radio (uno de esos de antes, de ser posible, con un
dial grande y redondo, y una agujita que indicaba la estación que uno estaba
sintonizando —música clásica, música Pop, folclore, noticias...).
Entonces, voy
captando desde las frecuencias más bajas a las más altas: ¡cada una, un mundo,
cada una, una realidad!
Y no, no se
chocan... conviven.
Me veo a mí mismo —un
poco— como ese aparato de radio, sintonizado a veces en una realidad, en un
mundo, y a veces en otro (en otros).
A mí, poder
"visualizar" algo me ayuda a entenderlo (¡gracias, Sarah Elkhaldy,
por esta imagen!).
¿Y cuáles son esos
mundos?
Cada uno tendrá
acceso a los suyos (o no). En mi caso: el de la realidad cotidiana (la del
mundo de vigilia), a la izquierda del dial; el mundo de los sueños (a los que
estoy atento y de los que tomo nota); el de otros estados de consciencia un
poco diferentes de los habituales (como unos déjà-vu o momentos en los que
parece que vuelvo desde "otro lado", o en que veo algo que ya vi
antes, en otro momento, pero ahora aparece cambiado —un frasco lleno que antes
vi vacío, por ejemplo); estados muy "especiales" en los que estuve
varias horas "sin palabras, sin nombres" para la realidad que estaba
transitando; algún sueño lúcido (muy fuerte) y algunas visiones lúcidas (de
cosas quietas que se movían, de objetos que estaban vivos).
Y, claro está,
momentos como éste, sentado en el balcón (recién levantado, apenas despertado —o
"despertado apenas") en los que "bajan a mí" poesías como
ésta.
Como siempre:
¡GRACIAS!
DW
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