sábado, 4 de octubre de 2025

¡Ah, la sincronicidad!


¡Ah, la sincronicidad!
 
¡Ah, la sincronicidad!,
digo, esas casualidades
—¿qué sería de mi vida
sin esas cosas que surgen
por sus propias voluntades?
 
Encuentros que son milagros
—milagritos de la vida—
llenos de energía propia,
llenos de propia alegría.
 
¡Ah, las sincronicidades!,
digo, "la casualidad":
un regalo de la vida
que aparece de repente
—como milagrosamente—
desde un plano diferente,
desde otra realidad.
 
El viejo Now
 
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Bonus
 
Por pura casualidad
 
Jung hablaba de "coincidencias significativas".
 
Y yo las vengo observando, prestándoles atención.
 
Y sí, están ahí (si uno quiere verlas, claro).
 
Si uno puede ver más allá (o más acá) de lo lineal, de lo que el modo de ver convencional nos ha enseñado.
 
Yo sabía que existían, claro está, desde hace mucho (recuerdo aquél chamán que, rumbo a lo de su paciente, vio tres pájaros en el cielo y tomó eso como una señal) pero ahora las veo en mi vida, las observo a diario, y las integro a mi existir.
 
¿Para qué? ¿Con qué propósito?
 
Por nada, para nada: por pura casualidad.
 
DW
 

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