¡Ah, la sincronicidad!
¡Ah, la
sincronicidad!,
digo, esas
casualidades
—¿qué sería de mi
vida
sin esas cosas que
surgen
por sus propias
voluntades?
Encuentros que son
milagros
—milagritos de la
vida—
llenos de energía
propia,
llenos de propia
alegría.
¡Ah, las
sincronicidades!,
digo, "la
casualidad":
un regalo de la vida
que aparece de
repente
—como milagrosamente—
desde un plano
diferente,
desde otra realidad.
El viejo Now
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Bonus
Por pura casualidad
Jung hablaba de
"coincidencias significativas".
Y yo las vengo
observando, prestándoles atención.
Y sí, están ahí (si
uno quiere verlas, claro).
Si uno puede ver más
allá (o más acá) de lo lineal, de lo que el modo de ver convencional nos ha
enseñado.
Yo sabía que
existían, claro está, desde hace mucho (recuerdo aquél chamán que, rumbo a lo
de su paciente, vio tres pájaros en el cielo y tomó eso como una señal) pero
ahora las veo en mi vida, las observo a diario, y las integro a mi existir.
¿Para qué? ¿Con qué
propósito?
Por nada, para nada:
por pura casualidad.
DW
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