Pasé los primeros diez años de mi vida (de ésta, al
menos) en Santa Fe, donde nací.
De los 10 a los 12 viví en Tucumán, de ahí vienen estos
recuerdos de mis primeros silencios.
Solíamos pasar las vacaciones de verano en una finca
situada en Ruiz de los Llanos o Rosario de la Frontera (según de qué lado del
límite entre Tucumán y Salta uno se hallase).
Un sol aplastante (con mediodías que duraban 4 o 5 horas,
parecía), unos cerros bajos y mucho espacio en el que andar.
Y soledad, también, por largos ratos ("eternos"
ratos).
Nada que hacer, nada que ser (salvo, tal vez,
"ser" ese silencio mismo).
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Unos silencios (fuertes y claros), venidos de 1960-1962,
de Tucumán, Tafí del Valle, Rosario de la Frontera, de Salta, Jujuy, la
Quebrada... llenaron (estruendosamente) la cortada de mi casa, la cortada de mi
balcón, la cortada Amambay.
De ahí surgió esta poesía que se hizo canción.
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Los silencios de
mi infancia
Hay un silencio de Salta,
quizá, de Tafí del Valle,
hay un silencio del Norte
que anda rondando mi calle...
que anda rondando mi calle.
Los silencios de mi infancia,
aquellos de mi niñez,
andan rondando mi calle,
andan sonando otra vez...
andan sonando otra vez.
Creo que en esos silencios,
los silencios de mi infancia,
andaba la eternidad
resonando en la distancia...
resonando en la distancia.
Douglas Wright
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