sábado, 29 de julio de 2023

Una mañana de sábado

 
Una mañana de sábado 
 
Una mañana de sábado
como aquellas de mi infancia,
sin celular, sin teléfono,
sin televisión por cable,
solo unas plantas calladas
(cada una en su maceta)
y el ladrido de algún perro,
lejos, allá en la distancia.
 
Una mañana tranquila
sin ruidos del exterior,
sin bocinas ni frenadas,
ni autos ni colectivos,
solo una bici callada
(como en puntitas de pie)
deja huellas silenciosas
en mi silencio interior.
 
¿Qué sabía yo del tiempo
(o qué era la eternidad)?,
solo sábado en el aire,
solo sábado en el día,
una mañana callada,
una mañana tranquila
(sin colegio ni tarea)
en que callar y callar.
 
Una mañana de sábado
sentadito en el jardín,
en compañía de los árboles
de la cuadra de mi casa,
junto al sendero de grava
demarcado por ladrillos,
también quietos, silenciosos,
salpicados de verdín. 
 
Douglas Wright



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Bonus I
 
Aquella mañana de sábado 
 
El tiempo todavía no había comenzado.
 
Yo estaba ahí, y no estaba.
 
No estaba el yo del colegio, del pupitre de madera con los Beatles dibujados a birome (y plastificados con cinta Scotch), el del recreo largo con bolitas de vidrio y tenis con la mano y una pelotita de papel abollado, el del colectivo viejo (tapizado en madera terciada) que me llevaba y me traía (y me dejaba de este lado de la avenida peligrosa)...
 
En silencio, se iba esbozando otro yo, uno que no conocía, extraño, difuso, que iba llenando con su presencia aquella mañana de sábado. 
 
DW
 
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Bonus II
 
Como de atrás del atrás 
 
Supongo que esa es —un poco— la cosa: que en el vacío, en el silencio, aparece (tiende a aparecer) otro yo.
 
Un yo no histórico, no cultural, no personal.
 
(No impersonal sino más bien a-personal, suprapersonal, quizá.)
 
Como de atrás del vacío, como de atrás del silencio, como de atrás del atrás. 
 
DW


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