El viejo Matías
Se me instaló en la cabeza (en el alma, en el corazón) y
me fui de paseo a los comienzos de los años '70.
Vivía en el garaje de la casa de Nano, y tocaba la
guitarra y cantaba en su banda "No Sabemos".
¡Hace 50 años ya!
Esta canción sonaba en aquella época —época de irme a
vivir solo, de dibujar mucho y de andar por los barrios del sur.
Los dibujos de las estaciones de tren que ilustran la
canción tienen más que ver con aquellas que con "Paso del Rey".
Banfield, donde había vivido, Lomas de Zamora, donde
había hecho la secundaria, Temperley, donde andaban mis amigos y Mármol, adonde
me había mudado.
Las estaciones eran importantes, para mí, en aquella
época. Me pasaba largos ratos esperando el tren que me llevaba al centro con mi
carpeta de dibujos.
Entonces, yo quería ser caricaturista como Sábat,
humorista como Fontanarrosa (aquél de Hortensia y Satiricón), historietista
como Hugo Pratt.
En unos papelitos que siempre llevaba encima, dibujaba
las estaciones del sur —en esos minutos en que el tren estaba parado— con unas
plumas Rötring que me habían quedado de los dos o tres años en Arquitectura.
Estos dibujos (los que ilustran mi versión de "El
viejo Matías") tienen un poco que ver con lo que yo quería en aquella época:
dibujar despreocupadamente, manchando el papel con trazos y salpicones
espontáneos (como quien traza su propio "Rorschach" —como quien
dibuja despreocupadamente su propio destino, tal vez).
Y el viejo de la canción se parece un poco a mí, quizá
(con mi sombrero y mi abrigo). Ajados, curtidos, gastados (el abrigo, el
sombrero y yo). Yo tenía 23 entonces, ¡ahora ando por mis 73!
En fin, estaciones del ferrocarril, lluvia, soledad, y
grandes expectaciones y curiosidades...
Tal como ahora.
Douglas Wright
jueves, 13 de julio de 2023
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