Como el Yin y como el
Yang
Mira
las flores y piensa:
“¿será
que me quiere o no?”;
yo
la miro y le respondo:
“la
respuesta equilibrada
—que
cae con peso propio—
no
está en uno, sino en dos”.
Digo:
“¡no, a la dualidad!”
—desde
aquí, de lo más hondo—,
como
el Yin y como el Yang,
todo
es un gran pendular
cíclico,
amplio, redondo.
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