lunes, 25 de septiembre de 2017

¡Ah, qué flores tan hermosas!


¡Ah, qué flores tan hermosas! 

¡Ah, qué flores tan hermosas!,
no las dejo de mirar;
y, aunque blancas y chiquitas,
a mí me parecen rosas
—rosas redondas, robustas—
en un fecundo florar.

¡Ah, qué flores tan hermosas!
—¡y qué florero, además!—;
no por mirar las florcitas
—esas blancas y chiquitas—
dejo de ver el entorno,
ese entorno natural. 

Douglas Wright



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