Reflexiones sobre
el sueño del gran pájaro plateado
Estamos adoctrinados para "sujeto, verbo y
predicado". (Sujeto, verbo y objeto, me gusta más.)
A veces (con frecuencia) en mis sueños, las cosas no son
así: hay sujeto sin verbo o sin predicado. No hay historia que empieza, se
desarrolla y termina.
Tampoco hay antes y después (a veces el después también
estuvo antes que el antes —en ambos "lugares" simultáneamente, por
decirlo de alguna manera).
Y no es que "yo no veo" el final de la historia
(como si el final quedara fuera del foco de mi sueño, de la narración de mi
sueño) sino que, tal vez, no hay final (la historia de mi sueño "no
tiene" final).
No hay "resolución" de la historia.
Lo mismo ocurre con los espacios: empiezan pero tal vez
no terminan. (O terminan pero tal vez no empezaron...)
Y no es que no haya lógica (por decirlo de alguna manera)
sino que la lógica es otra.
Y no es que no haya narrativa sino que, también, la
narrativa es otra.
"¿Y laneda?"... (la "aneda", como
decíamos cuando éramos chicos, la anécdota), pensaba yo al registrar este
sueño.
¿Dónde está la anécdota? Tal vez no la hay. (Desde ya, no
hay "moraleja".) Tal vez no hay conclusión sino solo devenir.
Yo, que ando en esto de escribir, le di una especie de
"cierre" a la poesía (con eso de que tal vez nos veamos en otro
sueño), pero tal vez no hay cierre, tal vez no nos volvamos a ver el pájaro y
yo.
Tal vez no hay "CHÁN CHÁN", como en el tango,
sino un "fade-out", como en aquellas primeras canciones de los
Beatles que se iban desvaneciendo hasta desaparecer (y que uno se apuraba en
hacerlas sonar de nuevo, una y otra vez).
Douglas Wright
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