En sueños-13
El sueño del
laberinto de edificios rojos
Martes 30 de octubre de 2018.
Ando recorriendo las calles de Buenos Aires, de noche, con
una especie de changuito delante de mí. (Un changuito, un carrito de
supermercado, o uno de esos aparatos que usa alguna gente mayor que tiene
dificultades para caminar, para andar —un andador.)
Las calles están llenas de basura (bolsas de plástico negro)
y escombros. Paso cerca de un río o riacho, negro también…
Ando corriendo, a los piques, por todos lados, por todas
partes. (Rápido, muy rápido. Veo todo pasar muy rápido. Mejor dicho, veo todo
venirse encima de mí muy rápidamente. ¡Todo se me viene encima! Las calles, las
veredas, el paisaje —la “locación”.)
Llego a una calle angosta (un pasaje, tal vez). (Como uno de
esos pasajes que hay en el centro de Buenos Aires —por los que me gustaba pasear
en mi juventud.) (La locación tiene algo de las de la serie “El Santo” —esas
locaciones un poco irreales, con perspectivas poco creíbles, sin gente y sin
árboles, con casas de ladrillos ingleses.)
Estoy por doblar –siempre a los piques—hacia la derecha
cuando veo, justo en el ángulo, la casa de un amigo mío (un amigo de hace
muchos años).
Pienso que esa no es la casa de él, esa no es su casa. Y
entonces recuerdo que sí vivió ahí, pero sólo transitoriamente, de paso.
Cuando llego a la esquina (o al final de esa calle que tomé
hacia la derecha) me encuentro con dos salidas posibles, dos caminos, dos rutas
posibles. Las dos son angostas.
Una, hacia la izquierda, entre los edificios de ladrillos
rojos.
La otra, siguiendo derecho, hacia adelante, por un pasaje o
pasadizo angosto (debajo de un arco, tal vez).
Tomo la de la izquierda —entre los edificios rojos.
Veo que esta ruta, este camino, no me conduce a nada, no
tiene salida. Los edificios de ladrillos rojos se cierran en un callejón (o
varios) sin salida.
Pego la vuelta, entonces, y veo que los edificios rojos a mi
espalda cambiaron, cambiaron de posición, de lugar, se movieron…
Ahora forman una especie de laberinto (un laberinto de
edificios rojos).
Vuelvo hacia atrás y veo (otra vez) una abertura a la
izquierda, entre dos edificios.
Tomo por ahí, y (una vez más) se abren un montón de
edificios rojos (más y más) formando un laberinto (de ladrillos rojos, puertas
y ventanas) que llega hasta el horizonte.
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