Siempre
me gustaron los impresionistas
—los
paisajes de Pissarro, en especial.
Hace
mucho, cuando mi vista estaba
“en
buena forma”, solía nublarla
a
propósito para poder ver mi entorno
—los
exteriores, en particular— como si
fueran
cuadros impresionistas.
A
la vejez, y sin los anteojos puestos,
todo
mi entorno —todo el paisaje—
es
un gran cuadro impresionista.
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Un gran cuadro
impresionista
Vivo,
a causa de mis ojos,
en
un cuadro impresionista;
así
es mi mundo, ahora,
por
andar “mal de la vista”.
Así
es mi mundo, ahora,
con
la “mirada cansada”:
un
gran cuadro impresionista,
una
realidad pintada.
A
la vejez, mi mirada
me
dio un mundo impresionista;
vivir
dentro de un gran cuadro,
¡qué
lujo para un artista!
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