Mañana lo voy a ver
al Dougie
Mañana
lo voy a ver al Dougie.
Me
voy a delirar en el umbral
de
Antezana, a una mesa del
Victor.
Me voy a Veigas a tomar un
JD
con el Rat Pack, viendo a Maddie
Stowe
stripping for me.
Me
voy a la pensión de Madame Java
en
Yucca Av-L.A.-
Me
voy a mi infancia a jugar un
espadeo
y a decirle “Oh, certainly yes,
Sir”!
Entoces
le voy as contar que de todos
mis
amores tengo heridas pero ella
es
buena y no le cabe ni un reproche.
Cuando
voy a ver al Dougie, me voy
a
tantos lugares, que hasta voy a lo del
Dougie.
(Noche
del 9
al
10 de Abril)
Otra
del
Daniel!
D’
----
9/4/21
----
Daniel me guiña un ojo
Hace dos
años, el 20, se fue Daniel
(se me fue
Daniel, se nos fue Daniel),
Daniel
Marino.
Una de las
últimas veces que anduvo
por casa, me
trajo de regalo un texto
que había
escrito la noche anterior.
Un texto
lleno de evocaciones y de guiños
cómplices: a
Philip Marlowe, a Frank Sinatra,
al Corto
Maltés, a una larga charla
que
mantuvimos, una noche, en el umbral
de mi casa…
A Daniel le
gustaba la caligrafía en general,
y la china en
particular, y se le daba
por escribir
sus textos en una caligrafía propia,
un poco
difícil de leer para mí.
Un par de
noches atrás, me puse a descifrar
el texto, y a
transcribirlo a mi letra, para disfrutarlo
de corrido.
Cuando
terminé, dejé todo sobre mi mesa
de trabajo, y
me puse a ordenar unos papeles
que andaban
por ahí.
Eran unos
tickets de Banelco y de unas compras
de farmacia.
Entre ellos, había tres rollitos
que me había
entregado la cajera junto con
el ticket de
la compra. Eran unas promociones
de esas de
“pague-1-lleve-2”.
El tercero,
tapado como ese As de espada que
uno relojea
despacito, decía en letra muy grande:
“Daniel-helados”.
Desde algún
lado, Daniel me guiña un ojo. Desde
algún lado,
Daniel me guiña el alma.
Douglas
Wright
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