martes, 19 de julio de 2016

Daniel me guiña un ojo





Mañana lo voy a ver al Dougie


Mañana lo voy a ver al Dougie.

Me voy a delirar en el umbral
de Antezana, a una mesa del
Victor. Me voy a Veigas a tomar un
JD con el Rat Pack, viendo a Maddie
Stowe stripping for me.

Me voy a la pensión de Madame Java
en Yucca Av-L.A.-

Me voy a mi infancia a jugar un
espadeo y a decirle “Oh, certainly yes,
Sir”!

Entoces le voy as contar que de todos
mis amores tengo heridas pero ella
es buena y no le cabe ni un reproche.

Cuando voy a ver al Dougie, me voy
a tantos lugares, que hasta voy a lo del
Dougie.


(Noche del 9
al 10 de Abril)

Otra del
Daniel!

D’
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9/4/21

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Daniel me guiña un ojo 


Hace dos años, el 20, se fue Daniel
(se me fue Daniel, se nos fue Daniel),
Daniel Marino.

Una de las últimas veces que anduvo
por casa, me trajo de regalo un texto
que había escrito la noche anterior.

Un texto lleno de evocaciones y de guiños
cómplices: a Philip Marlowe, a Frank Sinatra,
al Corto Maltés, a una larga charla
que mantuvimos, una noche, en el umbral
de mi casa…

A Daniel le gustaba la caligrafía en general,
y la china en particular, y se le daba
por escribir sus textos en una caligrafía propia,
un poco difícil de leer para mí.

Un par de noches atrás, me puse a descifrar
el texto, y a transcribirlo a mi letra, para disfrutarlo
de corrido.

Cuando terminé, dejé todo sobre mi mesa
de trabajo, y me puse a ordenar unos papeles
que andaban por ahí.

Eran unos tickets de Banelco y de unas compras
de farmacia. Entre ellos, había tres rollitos
que me había entregado la cajera junto con
el ticket de la compra. Eran unas promociones
de esas de “pague-1-lleve-2”.

El tercero, tapado como ese As de espada que
uno relojea despacito, decía en letra muy grande:
“Daniel-helados”.

Desde algún lado, Daniel me guiña un ojo. Desde
algún lado, Daniel me guiña el alma.


Douglas Wright



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