lunes, 22 de julio de 2024

Como un haiku dibujado


Como un haiku dibujado 
 
Como un haiku dibujado
con birome y marcador,
la bandeja de mi almuerzo
sobre mi mesa ratona,
aquí, en mi comedor.
 
Las mandarinas de postre,
la servilleta arrugada,
la copa de vino tinto,
el plato grande, amarillo,
la bandeja colorada.
 
Como un haiku dibujado,
como un haiku occidental,
un dibujo en blanco y negro
capturando este momento
en su esencia elemental. 
 
Douglas Wright


 
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Bonus 
 
Según una de las definiciones que circulan por ahí, los haikus son poemas japoneses muy cortos, tienen solo tres versos y normalmente hablan de temas relacionados con la naturaleza o la vida cotidiana que pasa en un lugar y un momento muy concreto.
 
¿A qué me refiero yo por "haiku" en este caso?
 
A captar el momento (en su inmediatez, digamos).
 
A que el motivo de mi dibujo y de mi poesía sea algo cotidiano (nada grandilocuente, nada solemne, nada importante).
 
A encontrar lo bello en las cosas más pequeñas (más insignificantes, tal vez).
 
 
Yo suelo comer (almorzar y cenar) sobre una hermosa bandeja roja, brillante, apoyada sobre un cubo de madera que hace las veces de mesa ratona ubicada frente a mi sillón.
 
Tengo unos platos grandes de color amarillo (ese que llamaban "color maíz").
 
Ahí estaban, en ese gran plato amarillo, los restos de mi almuerzo (unas cáscaras de mandarina) y mi copa de vino por la mitad.
 
Escuchaba en la computadora a Alan Watts hablar sobre los haikus y se me apareció esta imagen que tenía frente a mí como una especie de "haiku visual".
 
Como un cuadrito post-impresionista, tal vez, o como un poster de Toulouse, quizá (con colores planos, plenos, intensos, vibrantes).
 
¡Viva la bandeja de mi almuerzo, el plato amarillo, las cáscaras de mandarina, mi copita de vino!
 
¡Vivan los dibujitos espontáneos y los textitos que los acompañan! 
 
DW


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