viernes, 27 de marzo de 2015

Aventura


Aventura 

Embarcado en la aventura
—con la vida de la mano—
de vivir el día a día,
este ahora, siempre ahora:
el misterio cotidiano. 

Douglas Wright



¡Mi éxito escaso!



¡Mi éxito escaso! 

La limpieza de mi pieza
recién, apenas, empieza;
tomo el plumero, la escoba
y, antes que nada, despejo
todo el polvo acumulado
encima de mi pereza.

El ocaso llega, acaso,
a celebrar mi fracaso;
y me encuentra en el balcón,
cruzadas piernas y brazos,
disfrutando, plenamente,
de éste: ¡mi éxito escaso! 

Douglas Wright



miércoles, 25 de marzo de 2015

10. “El Blues de Phil” o el caso de los instrumentos robados al Museo del Jazz


10. “El Blues de Phil” o el caso de los instrumentos robados al Museo del Jazz



“El Blues de Phil, de Phil Martin,
el Blues de Phil, tiene feeling...”

(“El Blues de Phil, de Phil Martin”, canción blusera en homenaje
 a Phil, Phil Martin)


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Phil, Phil Martin

                “Phil, Phil Martin”, por aquello de “Bond, James Bond”; una buena broma en la época del Bond de Connery, gastada, muy gastada en la época de Phil —más que gastada, olvidada.

Phil encendió su “Dromedar” frente a la entrada de “La jaula de los leones” (en castellano en el original), un boliche “jazzero” de los barrios bajos de L.A. (Las Anguilas —ciudad de la costa Californiana donde se podía encontrar de todo, menos anguilas.)

Era el vegésimocuarto cigarrillo que encendía ese día, y el número 14.222 en la lista de cigarrillos que había fumado en su vida (llevaba la cuenta en una libretita de tapas duras y lomo espiralado —“como el espiral del tiempo”, pensaba Phil).


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“La jaula de los leones”

El boliche “jazzero” era uno de los tantos que abundaban en L.A. (tal vez el vegésimocuarto, también).

Algún tiempo atrás, al cartel de neón de “La jaula” se le habían caído algunas letras y, en vez de “La jaula de los leones”, se podía leer en grandes cursivas, como las de los “Repuestos Rivadavia”: “aula de los leones” (un nombre mucho más adecuado, pensaban todos —un nombre mucho más acorde, pensaba Phil, tratándose de un antro musical).

El humo de su cigarrillo se fundía con el humo que salía de “La jaula” —mezclado con la música que se arrastraba, lánguida y azul, como un humo más. Y todos —el humo del “Dromedar”, el humo de “La jaula” y el humo azul de los blues— se fundían con la gran bruma de la noche de Las Anguilas (una bruma que no era broma, pensaba Phil).

Phil tenía una certeza —una sola, perdida entre todas sus dudas—: le gustaba la música. Le gustaba la música “jazzera”. Le gustaba la música que se arrastraba escaleras abajo de la entrada de “La jaula”.

El coro que sonaba en ese momento —“uuuuhhh... uuuuhhh... uuuuhhh...”— parecía aludir directamente a él, a su carrera, a su vida (un detective privado privado de casos, ese era su caso).


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Un combo exitoso

Entró —la música sonaba más brillante, más hermosa, más azul.

En un pequeño escenario ubicado en la esquina más oscura del recinto —junto a una puerta de metal con una luz roja encima y un cartel de “EXIT” al costado—, sonaba el combo estable de “La jaula”: “El cuarteto de Charlie Porter”. (Charlie Porter en guitarra y arreglos, Fatty Morello en piano, Gus Morton en contrabajo y Andy Saddler en batería, y tres músicos invitados para esta sesión, Slim Gardner en trompeta, Manny Books en saxo y un joven cantante de New Jersey —un susurrador, en realidad—, Al Duggman.)

Los coros “uuuuhhh...” dejaron paso a la canción y, mientras caminaba hacia el escenario, Phil pudo oír: “El Blues de Phil, de Phil Martin, el Blues de Phil tiene feeling...”. Se detuvo... “en las noches de Amambay, o en las noches de L.A....”, apagó su cigarrillo, miró de reojo a los músicos... “el Blues de Phil is here to stay...” y salió —por la puerta del “EXIT”— al callejón (“vaya éxito”, pensó Phil).


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Epílogo

Algunos de los instrumentos musicales del “Museo del Jazz de Las Anguilas” habían sido robados; entre otros, una trompeta que había pertenecido a Miles Davis, el saxo de John Coltrane y la guitarra de Wes Montgomery.

Las autoridades del museo le habían encargado a Phil la investigación del caso. (“Echaré un vistazo por ahí”, había respondido Phil —y eso había hecho.)

“El Blues de Phil, de Phil Martin...” sonaba aún en sus oídos cuando informó al museo que sus investigaciones no habían dado resultado. (La guitarra de Charlie Porter sonaba tan bien como la de Wes Montgomery, pensaba Phil —y la trompeta de Slim Gardner y el saxo de Manny Books tan bien como la trompeta de Miles Davis o el saxo de John Coltrane.)

La cosa —el caso— quedaría para otro momento (“y para otro detective”, pensó Phil, “uno al que no le guste tanto la música”).



Douglas Wright




El Blues de Phil, de Phil Martin - Live at “La jaula”

  


Otra vez “El Blues de Phil, de Phil Martin”, esta vez en una versión 
grabada en vivo en “La jaula de los leones” (ver el episodio de 
Phil Martin “El Blues de Phil o el caso de los instrumentos robados 
al Museo del Jazz").

Arreglos y guitarra: Carlos Porta
Voces: Douglas Wright


El Blues de Phil, de Phil Martin

El Blues de Phil,
de Phil Martin;
el Blues de Phil
tiene feeling;
el Blues de Phil,
de Phil Martin.

En las noches de Amambay
o en las noches de L.A.,
el Blues de Phil
is here to stay.


El Blues de Phil,
de Phil Martin;
en el balcón
y en el jardín;
el Blues de Phil,
de Phil Martin.

En las noches de L.A.
o en las de Amambay Bay,
el Blues de Phil
is here to stay,
is here to stay,
is here to stay:
is here to stay!

Letra y música: Douglas Wright


  
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Canción: El Blues de Phil, de Phil Martin - Live at “La jaula” 


viernes, 20 de marzo de 2015

“Sembrador de poesías”


“Sembrador de poesías” 

Ando sembrando poesías
por dondequiera que voy;
“sembrador de poesías”,
eso mismo es lo que soy. 

Douglas Wright



miércoles, 18 de marzo de 2015

Chocolate para el alma




Chocolate para el alma 

Chocolate para el alma,
la mente y el corazón,
el sol que brilla en el cielo,
la luna, una canción. 

Douglas Wright


lunes, 16 de marzo de 2015

Noticias del otro lado



Noticias del otro lado 

No las noticias del día
sino las de cada noche,
las que me dejan los sueños
en la orilla, en los bordes.

Las noticias de la noche
me llegan de más allá,
recortes, trozos, fragmentos,
en la playa, al despertar.

Noticias del otro lado,
noticias de lo inconsciente,
recortes, trozos, fragmentos,
en los bordes, en la playa
de ese gran mar de la mente. 

Douglas Wright



viernes, 6 de marzo de 2015

Anda Hopper por mi casa




Anda Hopper por mi casa 


Anda Hopper por mi casa
jugando con las cortinas
—volándolas hacia adentro,
volándolas hacia afuera
de la entreabierta ventana.

Anda Hopper por mi casa
flameándome las cortinas
—como banderas de vida,
como banderas flameadas
en la ventosa mañana.

En las cortinas voladas
por las brisas matutinas
—en la entreabierta ventana—,
anda Hopper por mi vida,
anda Hopper por mi casa. 


Douglas Wright


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El Hopper al que nos referimos es Edward Hopper, el pintor.


Simplemente, meditando




Simplemente, meditando 

Yo creo que el universo
entero está meditando;
no, pensando, programando,
construyendo, gestionando,
sino tranquilo, sereno,
simplemente, meditando. 

Douglas Wright