A este álamo gigante
A este álamo gigante
solo yo lo estoy
mirando
—nos miramos en
silencio,
nos miramos y
callamos.
Por abajo pasan
autos,
por arriba, los
aviones
—cerradas ya las
ventanas
y desiertos los
balcones.
La gente anda en sus
trajines
—por la calle, por
el cielo—
y al álamo
gigantesco
solo yo creo que lo
veo.
Solo yo lo estoy
mirando
a este álamo gigante
—desde el fondo de
la noche,
desde el fondo de
los tiempos,
desde siempre, desde
antes.
El viejo Now
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Bonus I
El uno para el otro
Recién está
anocheciendo, hay movimiento en la calle —los autos, los colectivos, los
jóvenes con sus mochilas que vuelven a sus casas, los autos que buscan dónde
estacionar, las motos de los deliveries...
Por el cielo, los
aviones iluminados que van rumbo al Aeroparque...
Ahí nomás, detrás de
unos fresnos que están frente a mi balcón, se levanta, imponente, el álamo
gigante.
Hay movimiento, como
digo (luces, agitación, idas y venidas), pero estoy seguro de que nadie le
presta atención, y se da entre el álamo gigante y yo, una especie de
"situación", una especie de complicidad, una especie de intimidad.
Solo yo lo veo a él,
y solo él me ve a mí.
El uno para el otro,
los dos uno —o algo así.
Douglas Wright
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Bonus II
Un momentito de
intimidad con el álamo —entre el álamo gigante y yo.
Podría parecer que
el protagonista soy yo —que puedo escribir y dibujar— pero tal vez el
protagonista es él —con su energía impresionante, fundamental.
Nosotros, los seres
humanos, somos así, creemos ser los protagonistas —tal vez los protagonistas
son los bosques, los mares, los cielos... los álamos.
DW
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